MÍZCALO o NÍSCALO, ‘Lactarius Deliciosus Fr.’, nombre de un sabroso hongo, del mismo origen incierto que el gall.-port. míscaro o níscaro; quizá salió de *mizclo, y éste, de mizclado o mizcrado, empleado en gallegoportugués antiguo en el sentido ‘de colores varios’.

1.ª doc.: mizcalo, 1629, Huerta.

Colmeiro, V, 602, cita además niscalo en Lavedan (1818) y misclo en su coetáneo el segorbino Rojas Clemente, quien da además miscalo como aragonés, y el port. mizcarro en Laguna (1555, dudoso), miscaros en Monteiro de Carvalho (1765 o 1817). El primer diccionario castellano que recoge el vocablo es el de la Acad., que ya en 1817 define «mizcalo: en algunas partes el hongo que se cría junto a los pinos» (acentuado mízcalo desde 1843 por lo menos); más tarde se agrega «níscalo: seta no venenosa», y como variante nícalo (ambos ya en 1884). Según G. de Diego, Contrib. § 415, se dice míscalo, níscalo o nisco en las provincias de Segovia y Madrid, y amizcle [?] en Soria; en La Puerta (Jaén) dicen guíscano (RFE XXIV, 227), quizá alteración de un disimilado *bíscano por *míscano. En el gallego del Limia nískarus son «hongos venenosos» [?], VKR XI, s. v. En Tras-os-Montes se registra niscarro (Valpaços, RL II, 258), niscro (en dos pueblos de Vila-Real, RL XV, 337, 345), níscarro (Chaves, RL III, 63-64)1, nízcaro (Rio Frio, RL I, 311) y míscaro (Mogadouro, RL V, 97), definido éste «espécie de tortulho que nasce debaixo dos pinheiros e por entre as estevas»; Beira Alta níscaras (Gonç. Viana, RL I, 311), míscaro (Leite, RL III, 63-64), Beira Baja miscaro «certa qualidade de tortulhos que nascem junto dos pés dos pinheiros e de que se faz guisado saboroso» (RL XI, 159); además Fig. recoge nisco en el Minho. Según los datos de Colmeiro, hay mízcalos en las prov. de Barcelona, Castellón, parte alta de Valencia, Teruel, Guadalajara y Toledo, así como en Oporto. El nombre catalán es rovelló, justificado por el color de hierro oxidado (rovell) que caracteriza este hongo. Es uno de los más apreciados en Cataluña; mejor dicho, el más estimado entre los comunes2.

No se ha dado hasta ahora ninguna etimología razonable del vocablo en cuestión. La Acad., ya en 1884, decía que viene de almizcle, sin dar explicaciones; posteriormente (ya 1914) da una definición del mízcalo que pretende justificar esta etimología: «hongo comestible, muy jugoso, de sabor almizclado, que suele hallarse en los pinares y es fácil de distinguir por el color verde oscuro que toma cuando se corta en pedazos». Parece que haya ahí una confusión con otro hongo, pues esta descripción no corresponde al Lactarius Deliciosas o rovelló, que me es bien conocido de Cataluña (comp. las descripciones de Sallent, BDC IV, 26; Fabra; y Ag.): no es verdad ni el sabor almizclado, ni el ser jugoso, y el cambiar de color al cortarse en pedazos es propio de setas no comestibles. Parece que la etimología de 1884 fué meramente de sonsonete, y que partiendo de esta idea se identificó luego con un hongo diferente. Aunque esta etimología haya sido aceptada por Leite de V. (RL III, 63-64, port. almíscar ‘almizcle’), M. P. (Festgabe Mussafia, p. 390) y G. de Diego (l. c.; es sospechosa la forma amizcle ahí citada: quizá signifique ‘almizcle’), es preciso desecharla.

Es notable el paralelismo de formas con los nombres del níspero, descendientes de MESPէLUSl>: así la vacilación entre m- y n- como la alternancia entre -l- y -r- se hallan en las dos familias de vocablos, y ni siquiera falta alguna forma con -c- entre los representantes de MESPILUS: esta fruta la llaman míscola los sefardíes de Constantinopla (míspola los de Esmirna; VKR II, 374). No deja de haber alguna semejanza, aunque muy vaga, entre un níspero y el hongo que nos interesa: el color tostado es análogo, y la figura disforme de aquél puede recordar algo lo abultado del mízcalo. La -c- se podría explicar por influjo de PERSICUS (‘melocotón’ ‘albérchigo’), que por otra parte podría ser el étimo del vco. perretxiko [?]3.

Sin embargo se me ocurre una etimología bastante verosímil. Los colores herrumbroso-dorados, tan vistosos, del rovelló catalán, me recuerdan el adjetivo mizcrado ‘de color vario’, de donde luego ‘revuelto, desavenido’, que vemos en cantigas de escarnio de dos trovadores gallegos: «e ?a pena [‘vestido de pieles’] non destas mizcradas, / mais outra b?a, de chufas paradas» Martín Anes Marino (1ª mitad S. XIII), «seer o mundo, assi como é, mizcrado, / e ar torná-ss’o mouro pelegrin» en Joan Soarez Coelho algo posterior (R. Lapa, CEsc., 274.12). El propio Lapa documenta en su glosario otros casos con el sentido etimológico de ‘mezclado, confundido’ (Martín Soárez, 283.24) y el verbo miscrar o mizcrar en el sentido figurado de ‘intrigar, hacer enredos, malquistar’ en otros dos poetas coetáneos de Galicia y Portugal (45.9, 219. 26). En una palabra, trátase de un duplicado de mezclar (que también tenía la ac. ‘intrigar, malquistar’). En castellano, donde la -l- de mezclar no se alteró tan generalmente, existiría también una variante *mizclo o *mizcro ‘de color mezclado’, como participio trunco, y de ahí saldrían mízcalo o mízcaro por anaptixis. Por la contaminación de níspero, que ya he justificado, míscalo se cambió en algunas partes en níscalo.

Claro está que mízcalo podría ser prerromano, y aun es verosímil que así sea (nada parecido entre los nombres vascos de hongos que reúne Azkue, s. v. perretxiko).

1 Acentuado así por Leite de V., quien asegura haber oído míscarro en otras partes.―

2 Según información aparecida en un diario de Pamplona en setiembre de 1955, los mízcalos son los que en el valle de Roncal se llaman hongos royos y en catalán «robellons». Comerciantes catalanes se llevan cada semana muchas toneladas de hongos royos desde Isaba. De la información resulta que la palabra mízcalo no está en uso en los Pirineos navarros.―

3 Forzando bastante la fonética corriente cabría imaginar que el propio vasco perretxiko ‘hongo’ esté emparentado con mízcalo: partiendo de un *MISCRU > vasco *bixkerua > *bixikerua > *berexikua, y seguramente con algún expediente complicado podría solucionarse la dificultad de la tx y la rr; pero un cambio de b-en p-, posible en palabras de origen forastero, sería injustificable en un vocablo vasco hereditario. Hay que desechar la idea. Es más probable partir de un arag. *berretico (= cat. barret ‘sombrero’), con tx diminutiva, y p- que, siendo romanismo, se explica por ultracorrección. Se pregunta Michelena (BSVAP XII, 368) si en perretxiko no entrará el románico chico. La forma barrachicoa, que cita del vizcaíno Micoleta (1653), apoyaría mí etimología berretico ‘sombrerito’; pero hay ya también pirrichicuac ‘hongos de prado’ en Landuchio (1562). El sinónimo ondo (‘hongo’) es también erderismo.